Habla Vida
- Henley Samuel
- Apr 17
- 5 min read
Abril 17, 2025

Hoy, exploremos el poder de nuestras palabras y pensamientos. Lo que creemos en nuestro corazón y confesamos con nuestra boca da forma a nuestra realidad. Cuando alineamos nuestro pensamiento con la Palabra de Dios, nos posicionamos para la victoria en lugar de la derrota. Descubramos cómo hablar vida sobre nuestras circunstancias y caminar en las promesas que Dios tiene para nosotros.
La historia de dos informes
En Josué 14, encontramos un testimonio poderoso de Caleb sobre su experiencia como uno de los doce espías enviados a explorar la Tierra Prometida:
"Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió de Cades-barnea a reconocer la tierra, y le traje noticias como lo sentía en mi corazón."— Josué 14:7
Observa esa frase crucial: "como lo sentía en mi corazón". Lo que Caleb llevaba en su corazón determinó el informe que trajo. Mientras que diez espías regresaron con palabras que llenaron de temor el corazón del pueblo, el informe de Caleb fue radicalmente diferente:
"Pero mis hermanos que subieron conmigo hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo al Señor mi Dios."— Josué 14:8
El contraste entre estos dos informes revela algo profundo sobre el poder de nuestro pensamiento. La misma tierra, los mismos gigantes, los mismos desafíos, pero perspectivas completamente diferentes.
La mentalidad de langosta
¿Cuál fue ese informe que infundió temor y causó que toda una nación temblara? En Números 13:33, los diez espías declararon:
"Vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes; y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos."
Esto es lo que llamo la "mentalidad de langosta": verte a ti mismo como pequeño, insignificante e impotente ante los desafíos. Estos espías ya estaban derrotados en su mente antes de que comenzara cualquier batalla. Se compararon con los gigantes y se encontraron insuficientes.
Mientras tanto, Caleb se puso de pie ante el mismo pueblo y proclamó con valentía:
"Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos."— Números 13:30
Caleb ya había visto la victoria en su corazón. Había alineado su pensamiento con las promesas de Dios en lugar de con los obstáculos aparentes. En su imaginación, ya estaba ocupando la tierra que fluía leche y miel.
Las consecuencias de la confesión negativa
Las palabras tienen poder: pueden edificar o destruir. El informe negativo de los diez espías tuvo consecuencias devastadoras:
"Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel, y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto! ¡O en este desierto ojalá muriéramos!"— Números 14:1-2
Un informe negativo desencadenó una reacción en cadena de temor, queja y rebelión. En lugar de regocijarse en las promesas de Dios y prepararse para entrar en su herencia, los israelitas pasaron la noche llorando y deseando la muerte.
Muchos creyentes hoy caen en el mismo patrón. Cuando surgen desafíos, repasan sus problemas en lugar de las promesas de Dios. Usan las horas de la noche para reproducir cada dificultad, cada herida, cada decepción, en vez de usar ese tiempo para alabar a Dios y renovar su mente con Su Palabra.
El fundamento de la salvación
El principio de creer en el corazón y confesar con la boca no es solo pensamiento positivo: es el fundamento mismo de nuestra salvación:
"Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."— Romanos 10:9-10
La salvación misma opera bajo este principio: lo que crees en tu corazón y confiesas con tu boca determina tu destino espiritual. Este mismo principio se aplica a cada área de nuestra vida: nuestra salud, nuestras relaciones, nuestro futuro.
Una prisión de alabanza
Considera a Pablo y Silas, golpeados y encarcelados por predicar el evangelio. Sus pies estaban sujetos en el cepo, sus cuerpos magullados, su futuro incierto. Sin embargo, su respuesta revela el poder de elegir qué creer y confesar:
"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían."— Hechos 16:25
En la hora más oscura, en las circunstancias más dolorosas, eligieron regocijarse. No se veían como víctimas, sino como vencedores. No se enfocaron en sus cadenas, sino en su Dios. Y su alabanza no solo cambió su perspectiva, sino que literalmente sacudió los cimientos de su prisión.
Conclusión
La elección es tuya hoy. ¿Pensarás como los diez espías que solo vieron gigantes e imposibilidades? ¿O pensarás como Caleb, que vio las promesas de Dios como más reales que cualquier obstáculo? ¿Pasarás tus noches llorando como los israelitas, o alabando como Pablo y Silas?
Lo que crees en tu corazón y confiesas con tu boca importa más de lo que imaginas. No es solo pensamiento positivo: es alinear tus pensamientos con la Palabra de Dios y permitir que Su verdad transforme tu perspectiva.
Elige hoy hablar vida, declarar las promesas de Dios, verte no como una langosta, sino como más que vencedor en Cristo. Porque el mismo Dios que liberó a Pablo y Silas, que le dio a Caleb su herencia, es tu Dios también.
Reflexiona sobre esto
¿En qué áreas de tu vida has estado pensando con una "mentalidad de langosta", viéndote pequeño e impotente en lugar de como Dios te ve?
¿Cómo cambiarían tus palabras y confesiones si realmente creyeras las promesas de Dios sobre tu situación?
Oración
Padre, te doy gracias por Tu Palabra que renueva mi mente y transforma mi pensamiento. Declaro que no soy definido por mis circunstancias, sino por Tus promesas. Rechazo todo pensamiento que contradiga Tu verdad. No soy una langosta; soy Tu hijo, sentado con Cristo en lugares celestiales. Elijo alinear mi pensamiento con Tu Palabra y hablar vida sobre cada situación. Gracias porque lo que creo en mi corazón y confieso con mi boca tiene poder. Camino en victoria, reclamo mi herencia y me regocijo aun en la medianoche. En el nombre de Jesús, Amén.
Puntos clave
Lo que crees en tu corazón y confiesas con tu boca da forma a tu realidad.
La "mentalidad de langosta" solo ve obstáculos, mientras que la fe ve las promesas de Dios como más reales que cualquier desafío.
Las palabras y pensamientos negativos pueden desencadenar una reacción en cadena de temor y queja en tu vida y en la de otros.
Aun en las circunstancias más oscuras, puedes elegir alabar a Dios en lugar de repasar tus problemas.
El principio de creer y confesar no es solo pensamiento positivo: es el fundamento de la salvación y de una vida victoriosa.
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